La Fiebre del Oro

“La Fiebre del Oro”

A Ben Bernanke, otrora presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, se le preguntó: “¿Es dinero el oro?” y el respondió: “No. Es solo un metal precioso”.

De niño me preguntaba porqué hay tanto interés en las personas por el oro y porqué es algo al que se le da tanto valor. Pensaba que se podía extraer cuanto oro se quisiera, algo así como una mina infinita. ¿Quién le dió ese valor al oro? La realidad es que el oro se usa como distintivo de lujo desde muchos años antes de Cristo, hasta en la Biblia se encuentran muchas referencias al oro, la plata y otros metales. El oro, como elemento químico es un metal considerado blando, el más maleable de todos (un pedacito de oro tan diminuto como una caja de cerillos se puede aplastar de modo tal que puede cubrir un área de unas 12 canchas de tennis juntas), no se oxida con el agua o el oxígeno, es duradero y no envejece, se le puede dar muy variadas formas, es de los pocos de color amarillo y como si fuese poco es relativamente muy escaso. Por mucho oro en iglesias, cúpulas y hasta colgado en los cuellos de los cantantes de rap, regaetton y más; si todo el oro del mundo fuese unido en una gran pieza sólida y pura, se formaría un cubo (forma geométrica de 6 caras de igual dimensión) de apenas unos 20 metros por cada lado.

Pues un poco por su belleza, por su valor religioso, maneabilidad para fabricar joyas y sobretodo por su escasa reserva en el mundo, se ha utilizado como un patrón o referencia por muchos años, primero como moneda y luego como el respaldo a esos papeles a los que solemos llamarle a veces dinero. En otras palabras, aún así todo radica en la codicia de los hombres por ese metal noble, porque si no hay nadie dispuesto a pagar por él, habría que buscar otro patrón o volver a los días del trueque, el cual fue el primer modo de intercambio conocido, hasta la sal se utilizó como método de intercambio y de ahí heredamos palabras como “salario”. Cabe destacar de que otros países como México y la China no comunista adoptaron la plata como referencia (el cual tampoco perdura) y hasta existió lo que se llamó el doble patrón (oro y plata). Aunque se le suele dar muchísimo valor al diamante, sépase de que su valor es aún mucho más ficticio que el de cualquier metal precioso, el diamante no es más que un carbón en una de las formas más estables conocidas, también lo es el grafito, existe mucho diamante en el mundo, se puede fabricar a pesar de ser costoso producirlo y como si fuese poco la compañía (monopolio) “De Beers” controla el valor de todos los diamantes del mundo a su antojo. Por lo que en un abrir y cerrar de ojos su costoso diamante podría valer igual o menos que cualquier cristalucho de fantasía… Así que mejor continuemos hablando acerca del oro.

Estados Unidos fue el último de los países firmantes de Bretton Woods en quitar el respaldo en oro a su moneda, cuando el 15 de Agosto de 1971 Richard Nixon, el entonces presidente de la nación, canceló ese respaldo porque se habían imprimido muchísimos más billetes cuando la guerra de Vietnam, comparado al oro que se tenía en reserva. Hubo muchos pillos, como el general Charles de Gaulle que en un solo viajecito se llevó unas doce toneladas de oro (con armada incluída por si acaso) por allá por 1965, secundado por muchos otros. En términos económicos se dice que en ese entonces la moneda dejó de ser “dinero oro o mercancía” para ser “dinero fiduciario” o sea; mejor reza para que alguien crea en ese papelucho con números. Por supuesto que el dólar estadounidense continuó siendo la moneda preferible de cambio en todo el mundo y aún hoy en día abarca más de un 67% de todas las transacciones monetarias de todo el mundo, a pesar de la creación del euro en pleno siglo XXI el cual tampoco tiene respaldo en oro.

Cuenta en sus escritos Fray Bartolomé de las Casas, que los indígenas que Cristóbal Colón encontró al llegar a las Américas gustosamente cambiaban su oro, plata y otros metales por espejitos y nada de mágicos, simples cristalitos. Por supuesto que eso fue de los pocos cambios que los recién llegados españolitos hicieron a las buenas. En realidad para las personas provenientes del Viejo Mundo el oro ya poseía un valor con el cual se podía adquirir e intercambiar bienes; mientras para los indígenas, apenas eran meros adornos de poco valor. Aunque los chinos ya usaban el billete o papel moneda desde el siglo IX, lo común era el uso de monedas como ejemplo de mercancía especial, gracias a los Fenicios que las crearon, eso es lo que es el oro, una mercancía especial lo cual tiene un poder de cambio con el que se pueden obtener todos los bienes y servicios.

Pero más descarado que el saqueo de los caras pálidas en nuestra América, lo fue el robo de los Castro a los cubanos. No halló oro Colón en Cuba, la tierra a la cual alabó como “la más fermosa que ojos humanos han visto”, sin embargo, los filibusteros de Birán si hallaron su filón dorado en la inocencia y la necesidad de sus nuevos inditos, primero peló como plátanos a los cubanos que escapaban en los inicios del castrismo y luego con las tristemente célebres “Casas del Oro y la Plata”, uno de los inventos más siniestros creados por esas auras comunistas. Desde finales de la década de los 1980 hasta mediados de 1os 1990 cambiaron el oro, la plata y todo lo que valiera y brillara aún en manos de los cubanos por unos papeles a los que el régimen cubano tuvo la osadía de llamar “dólares”, quizás para hacerlo parecer como si tuviesen la validez del “American Dollar”. Por suerte el pueblo cubano los llamaba con el sobrenombre de “chavitos”, cualquier parecido con el aborrecible pupilo de Castro es mera coincidencia. Valga decir que la tenencia de los verdaderos dólares americanos eran un verdadero dolor de cabeza en ese entonces para todo cubano residente en la isla y su simple tenencia garantizaba una estadía indefinida en las mazmorras castristas. Con la facilidad con la que se le puede quitar un dulce a un niño, la pandilla de los Castro perpetró el mayor saqueo del que se tenga noticia en el Nuevo Mundo, comparado a aquel llevado a cabo por el Tercer Reich contra los judíos. A los cubanos se les cambiaba “voluntariamente” sus recuerdos familiares por aquella nueva moneda, válida solo para esas tiendas y con peculiaridades infernales, ya desde ese entonces los Castro gustaban de la doble moneda. Muchos cuellos fueron violentados para robarles sus prendas y el oro de pronto fue la nueva fiebre de los cubanos. Muchas historias horripilantes se tejieron en esos fatídicos días. Aún en el día de hoy no se sabe a ciencia cierta el destino de ese tesoro usurpado al pueblo cubano, aunque muchos juran y perjuran que están en las bóvedas del Comité Central, otros dicen que ya no está en Cuba y disímiles historias más pero de que está en manos de los virreyes de Cuba o sus herederos, eso si está más que seguro.

Este post no es para hablar de historia y mucho menos para hacer política pero si creo que el párrafo anterior se lo debo a los cubanos siempre que se mencione la palabra “Oro”.

Así hemos visto que el oro ha sido usado desde tiempos remotos por la humanidad como método de cambio y/o referencia para los intercambios de bienes y servicios, sobretodo a nivel gubernamental lo que le puede dar poder a su economía y fuerza a su moneda, máxime que en tiempos de guerra es el estándar por antonomasia. El patrón oro limita la circulación de divisas en concordancia con dicho patrón y permite el cambio nacional e internacional basado en esa referencia. Cuando la moneda se deja a la confianza de las personas y los mercados, el creer o no en esos papeles, llámeles dólares, euros, libras esterlinas, pesos, etc ya todo depende de la fuerza económica del país, por ejemplo todo el petróleo del mundo se maneja usando el dólar americano como moneda de cambio. El dólar se ha devaluado  de modo tal  que un dólar de hoy, compra un 95% menos de oro que un dólar de 1900. Esa es la explicación para nuestros abuelos que desconocen de temas económicos y suelen decir de que “antes con un peso se compraba muchísimas cosas”. Pues abuelito, es precisamente porque ese pesito de antes valía oro.

La fiebre del oro es un hecho global y se le llama así a muchas migraciones en busca de ese metal tan valioso. Aunque así se le denominó principalmente al hecho social donde muchos hombres fueron atraídos a California en 1848 por un hecho de Marketing sin igual para la época. Si así mismo, puro Marketing, resulta que un general encontró unas pepitas de oro y pensando en mantener el secreto oculto para él y los suyos, se lo dijo a quien no debía, un periodista llamado Samuel Brannan que ni corto ni mucho menos perezoso, puso una tienda de suministros anticipando la llegada de las personas y se imaginan que hizo después, gritó como pudo del descubrimiento del oro, hasta que llegó a la prensa de New York y a los oídos del presidente en turno James Polk quien hizo oficial el hallazgo. Miles de personas participaron en la búsqueda de oro, se fundaron hasta pueblos y… ¡¿Adivinan quién se llevó la mayor de las tajadas?! ¡Exactamente, Samuel Brannan! Se hizo millonario sin sacar ni una pepita de oro siquiera y luego murió en la pobreza debido a su esposa y un divorcio que le hizo la vida de cuadritos… Quizás con una buena Educación Financiera eso no le hubiese sucedido. En los últimos años unas 58,000 toneladas de oro han sido extraídas de las minas de todo el mundo y agregado a las arcas mundiales, por eso el oro también baja y sube en la bolsa como cualquier otro mercado.

Con respecto al valor del oro como moneda solo agregaría el comentario de Allan Meltzer, un economista norteamericano, en relación al Oro y su respaldo de la moneda “Nosotros no usamos el patrón oro, no porque no lo conozcamos sino porque lo conocemos.”

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